Los Hermanos Menores Capuchinos somos una Orden Religiosa que forma parte de la Familia Franciscana. Surgimos en 1528 a partir de la experiencia de renovación de fray Mateo de Bascio, que quiso vivir con más rigor la oración, pobreza, simplicidad y fraternidad así como la cercanía al pueblo y la dedicación a los enfermos afectados por la peste, según el espíritu original de san Francisco de Asís.
Los primeros capuchinos intentaron imitar al santo hasta en su porte externo, por eso iban descalzos, usaban barba y llevaban una túnica con una larga capucha puntiaguda. De aquí surgió el apelativo de capuchinos, que aunque comenzó como un apodo, terminó formando parte del nombre oficial. Hoy somos en el mundo unos 11.000 frailes y estamos presentes en 99 países de todos los continentes.
¿Cómo llegamos los capuchinos a L’Olleria?
En 1596 llegan los primeros capuchinos a Valencia, requeridos por san Juan de Ribera, arzobispo de la ciudad, y comienzan las fundaciones de conventos.
En 1601 se funda convento en L’Olleria. Al igual que en las otras fundaciones, como punto de partida se tomó una ermita medieval, dedicada en este caso a los santos Abdón y Senén, a quienes los agricultores del entorno acudían para pedir su protección contra el pedrisco y para tener buenas cosechas.
El edificio, más reducido que otros de su misma época, sigue el modelo clásico de las primeras fundaciones italianas. Pequeño, sencillo y funcional, se distribuye en torno al claustro, provisto de una cisterna que recoge y guarda el agua de lluvia. En él se pueden ver las grisallas del siglo XVII que lo decoraban.
En el segundo piso estaba ubicado el noviciado, actualmente adaptado como hospedería.
La iglesia tiene una nave central amplia, y una lateral con capillas rehundidas; está concebida para que pueda asistir un gran número de personas. Las pinturas murales e imágenes son obra de Remigio Soler y Enrique Galarza, respectivamente.
El huerto está escalonado, debido a lo accidentado del terreno. Los fundadores, además de construir una balsa para almacenar el agua de riego, plantaron árboles frutales, parras y flores. De aquella época conservamos, además de la balsa, un mirto centenario, considerado uno de los ejemplares más grandes de Europa.
Desde 1984, el convento, la hospedería y la exposición permanente han sido progresivamente restaurados y adaptados a las necesidades y demandas de la sociedad actual.
Para saber más sobre los capuchinos